Las mejores rutas en coche por la costa de España para verano
Hay algo mágico en coger el coche, bajar las ventanillas y dejarse guiar por la brisa marina. España tiene más de 7.000 kilómetros de costa, lo que la convierte en un paraíso para quienes aman recorrer el país sobre ruedas. Desde calas escondidas hasta acantilados que cortan la respiración, pasando por pueblos blancos, faros, dunas y arrozales junto al mar.
Conducir por la costa en verano no es solo moverse de un punto a otro: es saborear cada curva, parar cuando apetece y descubrir joyas que no salen en las guías. Algunas rutas son más conocidas, otras menos transitadas, pero todas tienen algo en común: el Mediterráneo o el Atlántico a un lado, y la promesa de un verano inolvidable al otro.
Desde el renting de coches te proponemos cinco rutas que combinan buen clima, gastronomía local, vistas inolvidables y esa sensación de libertad que solo el coche te da en vacaciones, para que disfrutes lo máximo posible sin gastar en aviones.
Costa Brava: de Blanes a Cadaqués, arte y acantilados
La Costa Brava catalana es uno de los tramos de litoral más pintorescos de toda Europa. Esta ruta puede iniciarse en Blanes y ascender hasta Cadaqués, bordeando calas rocosas, playas escondidas y pueblos con encanto.
Una parada obligatoria es Tossa de Mar, con su castillo medieval frente al mar y sus calles adoquinadas que huelen a historia. Siguiendo hacia el norte, Calella de Palafrugell y Begur ofrecen una postal perfecta: casitas blancas, barquitas de colores y aguas cristalinas donde refrescarse tras la conducción.
El final perfecto lo pone Cadaqués, el pueblo de Dalí, donde el arte y la luz mediterránea se mezclan en una atmósfera única. Aquí, el tiempo parece detenerse, y es difícil no caer rendido ante sus callejuelas encaladas y su olor a salitre. Esta ruta, aunque no muy extensa en kilómetros, se saborea mejor despacio, con tiempo para detenerse a mirar el mar, comer un arroz y dejar que el día fluya.
Costa de Valencia y Delta del Ebro: del bullicio a la calma
La zona del Levante es sinónimo de sol y playa, pero también de paisajes naturales que sorprenden al viajero curioso. Partiendo desde Valencia, con su mezcla de tradición y modernidad, esta ruta te lleva hacia el norte bordeando la costa hasta adentrarte en el Delta del Ebro, en Tarragona.
Tras salir de la capital del Turia, vale la pena desviarse ligeramente hacia Peñíscola, uno de los pueblos más bonitos de España, con su castillo templario y su silueta recortada sobre el mar.
Más adelante, el Parque Natural del Delta del Ebro aparece como un oasis. Aquí la ruta se transforma: el asfalto convive con arrozales, flamencos, caminos de tierra y playas infinitas donde no hay ni una sombrilla a la vista. Este recorrido ofrece una mezcla ideal entre turismo tradicional y naturaleza pura, perfecta para quienes buscan algo más que el típico plan de chiringuito.
Costa del Sol: de Málaga a Nerja, cultura y calas escondidas
Pocas zonas han sabido combinar tan bien lo internacional y lo local como la Costa del Sol. Aunque muchos viajeros la identifican con hoteles y turismo masivo, recorrerla en coche permite descubrir su cara más auténtica.
Desde la ciudad de Málaga, donde el arte, el tapeo y la arquitectura conviven en armonía, se puede seguir la N-340 en dirección este, rumbo a Nerja. En el camino, aparecen playas urbanas como La Malagueta o rincones más tranquilos como La Cala del Moral.
Uno de los puntos fuertes de esta ruta es la posibilidad de desviarse a pueblos como Frigiliana, un balcón blanco sobre el mar con aires moriscos, y adentrarse en la Axarquía, tierra de viñedos y mango. En Nerja, el viaje culmina entre acantilados, grutas (como las famosas Cuevas de Nerja) y el Balcón de Europa, uno de esos lugares que parecen diseñados para detenerse a pensar… o a no pensar en nada.
Costa de Cádiz: de Tarifa a Sanlúcar, playas infinitas y sabor andaluz
Si el cuerpo pide sol, viento, atún rojo y pueblos blancos, hay una ruta que nunca decepciona: la que une Tarifa con Sanlúcar de Barrameda, recorriendo algunos de los tramos de costa más salvajes y hermosos de toda la Península.
Tarifa, punto más meridional de Europa, es ideal para empezar: surfistas, ambiente bohemio y vistas a África en días despejados. Siguiendo hacia el norte, la playa de Bolonia te regala su duna gigante y las ruinas romanas de Baelo Claudia, casi a pie de playa.
Más adelante, Zahara de los Atunes y Barbate ofrecen atardeceres que quitan el aliento y pescado fresco sin pretensiones. Vejer de la Frontera, en el interior pero a tiro de piedra, pone la nota cultural con su trazado morisco y plazas llenas de flores.
La ruta termina en Sanlúcar, donde el Guadalquivir se abre al Atlántico. Aquí, entre manzanillas, mariscos y caballos galopando en la orilla, uno entiende que hay veranos que se quedan grabados para siempre.
Costa Verde: de Llanes a Ribadeo, el norte más salvaje
Si buscas paisajes verdes, playas que parecen sacadas de Irlanda y pueblos donde todavía se escucha el silencio, el norte es tu destino. Esta ruta une el oriente de Asturias con el occidente de Galicia, y es, sin duda, una de las más espectaculares para hacer en coche.
Comenzando en Llanes, donde los acantilados se funden con casonas indianas y gastronomía de altura, se puede ir avanzando por la costa en dirección oeste, con paradas imprescindibles como Lastres, Cudillero o Luarca.
Aquí, la conducción se vuelve contemplativa: carreteras serpenteantes, miradores sobre el Cantábrico y bosques que abrazan el asfalto. Todo invita a bajar la marcha y a dejar que el entorno marque el ritmo. El final en Ribadeo, ya en Galicia, merece su propia recompensa: la Playa de las Catedrales, donde la marea descubre un paisaje que parece sacado de otro planeta.
Conducir por la costa: algo más que llegar a destino
Estas rutas no son solo recomendaciones para un verano cualquiera: son una invitación a viajar de forma distinta, sin prisas, con el coche como compañero de viaje y la costa como escenario perfecto.Porque a veces, lo mejor de las vacaciones no está en el lugar al que llegas, sino en lo que ves, sientes y descubres por el camino.
Y en un país como España, cada kilómetro junto al mar tiene algo nuevo que ofrecer. Así que prepara el coche, haz una lista de reproducción, mete en el maletero un bañador, una toalla y ganas de improvisar. El resto, lo pone la carretera.
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