Un coche eléctrico es más seguro que uno de combustión: 5 razones que lo confirman
La movilidad eléctrica ha llegado para quedarse, y dado el elevado interés de fabricantes y consumidores por los vehículos de energías renovables, cabe evaluar de cerca las ventajas (o desventajas) que nos traen estos coches.
¿Es realmente un coche eléctrico más seguro que uno de combustión? Aunque todo apunta hacia la sustitución de los coches de gasolina y diésel por los electrificados, hay dudas acerca de la seguridad que puedan ofrecer estos últimos.
Algunas de las interrogantes más frecuentes se relacionan con la seguridad que puede ofrecer un coche eléctrico en caso de accidente, si la batería puede soportar impactos fuertes o si las celdas pueden incendiarse en caso de ruptura.
Para dar respuesta a estas y otras dudas, en esta entrega ponemos bajo escrutinio esta interesante discusión y te presentamos los argumentos más destacados para poner punto final a muchos de los mitos acerca de los supuestos peligros del coche eléctrico.
5 motivos para preferir un coche eléctrico
En la actualidad, tanto los coches eléctricos como los impulsados por combustible están equipados con una gran cantidad de ayudas a la conducción y sistemas de seguridad: ABS, frenada automática, detector de peatones, cámaras, control de estabilidad, etc.
Sin embargo, hay otros factores que considerar a la hora de evaluar el nivel de seguridad de los coches. A continuación veremos 5 razones que pueden inclinar la balanza hacia los vehículos electrificados.
Hay menos riesgo de incendio
A diferencia de los coches impulsados con combustible, la posibilidad de que un coche eléctrico se incendie como consecuencia de un accidente es realmente baja. De hecho, los estudios realizados por las empresas aseguradoras indican que el riesgo de un incendio después de una colisión es 4 veces menor en los coches eléctricos.
Otro elemento a favor de la seguridad del coche eléctrico es que las baterías poseen un sistema de seguridad que incorpora una serie de sensores; cuando estos detectan una colisión, se inicia un proceso que corta los cables de alto voltaje. De esta forma se evita que sufran daños tanto los pasajeros como la batería.
Adicionalmente, antes de salir a la venta, las baterías son sometidas a muchas pruebas que garantizan su resistencia al fuego y a temperaturas extremas, a las vibraciones e incluso a la sobrecarga.
Por el contrario, dado el carácter altamente inflamable de los combustibles fósiles hay un elevado riesgo de explosión después de un accidente. Y aun con los sistemas de seguridad de los coches de hoy día, la posibilidad de un incendio siempre es mayor en los coches de gasolina o gasoil.
Los coches eléctricos tienen mayor estabilidad y menos inercia
Es cierto que los coches eléctricos son más pesados que los de combustión por la masa de las baterías; no obstante, la ubicación baja de las baterías reduce el centro de gravedad del vehículo; esto, a su vez, otorga al coche mayor estabilidad y reduce el riesgo de volcamiento.
Es el mismo principio que se aplica a los coches de carreras: un centro de gravedad a ras de suelo garantiza un mejor agarre en las curvas y menos posibilidad de volcamiento, sin importar la velocidad.
Como los coches eléctricos no poseen caja de cambio, hay una mayor posibilidad de reacción en una situación de peligro, como la necesidad de reducir bruscamente la velocidad o al adelantar.
Por su parte, la reducción de la inercia en los coches eléctricos obedece tanto al motor de menor tamaño como al par máximo instantáneo. Todas estas condiciones se traducen en una mejor experiencia de conducción: el coche se siente más pegado al suelo, tiene mayor estabilidad incluso a altas velocidades y tiene mayor agarre en las curvas.
El diseño automotriz favorece la seguridad
Uno de los condicionantes del diseño de los coches de combustión es precisamente el tamaño y el peso del motor. En el caso de los vehículos electrificados esto no es una preocupación, pues tanto el tamaño como el peso permiten a los diseñadores enfocarse en la seguridad de los ocupantes.
Por otra parte, uno de los factores de mayor riesgo en el caso de los coches de combustible es la posibilidad de que, en un choque, el motor del vehículo pueda penetrar el habitáculo. En los coches eléctricos estos motores son pequeños y se encuentran ubicados muy abajo, de forma que no hay manera de que constituyan un peligro.
En cuanto a la batería, su ubicación permite que el diseño de los coches eléctricos otorgue mayor rigidez al habitáculo. Esto, en vez de suponer un riesgo, se traduce en un extra de protección para los pasajeros en caso de un impacto lateral.
Y lo más importante, su tamaño reducido permite diseñar zonas de deformación programada, las cuales absorben el impacto, protegiendo así a los ocupantes del vehículo.
No hay riesgo de electrocución
Si te preguntas acerca del riesgo que podrían acarrear los componentes de alto voltaje de los coches eléctricos, puedes estar tranquilo: la instalación eléctrica se encuentra perfectamente aislada y no hay peligro de que la humedad o las altas temperaturas la afecten.
Por otra parte, antes de que un modelo eléctrico salga de la fábrica, se le realizan numerosas pruebas para comprobar la seguridad de los vehículos.
Frenada regenerativa
¿Sabes en qué consiste la frenada regenerativa? En que cada vez que levantas el pie del acelerador, el coche disminuye la velocidad y empieza a detenerse.
Ciertamente, la funcionalidad de esto es que se recargue la batería eléctrica, pero además le añade un plus a tu seguridad: en el momento en que el pie se separa del acelerador, se inicia la desaceleración que permitirá que el coche se detenga antes que uno de combustible en iguales circunstancias.
Además, gracias a la frenada regenerativa, los frenos de los coches eléctricos tienen menos desgaste, de modo que estarán en mejores condiciones cuando se necesite frenar de emergencia.
¿Todavía no has probado la conducción eléctrica?
Como hemos visto, la seguridad de un coche eléctrico no debería quitarte el sueño, pues estos silenciosos vehículos están diseñados para el confort y absoluta protección del conductor y pasajeros, siempre que se haga una conducción responsable.
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