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Maniobrabilidad
La maniobrabilidad o manejabilidad se refiere al comportamiento de un vehículo y define la sensibilidad de los mandos del coche al conductor en todas las posibles condiciones de circulación, independientemente del agarre de la carretera.
Una buena maniobrabilidad se obtiene de la combinación de dos características que, en parte, se contrarrestan: un momento de inercia muy pequeño respecto al baricentro y una batalla muy grande.
En un vehículo, el momento de inercia puede obtenerse disminuyendo la magnitud de las masas, solución que implica ventajas en la aceleración y frenado, o bien acercándolas al baricentro. Esta solución puede comprobarse fácilmente en los vehículos de competición, en los cuales, a igualdad de peso mínimo impuesto, se busca la mejor distribución de las masas mediante la posición central del motor y situando en el interior de la batalla todos los accesorios (depósitos y radiadores).
Asimismo, la posición central de los depósitos de combustible tiene como finalidad mantener constante el centrado del vehículo (distribución de las cargas estáticas entre el eje delantero y el trasero) o, al menos, disminuir las desviaciones al variar la cantidad de combustible contenido.
En los vehículos de competición con motor delantero de los años cincuenta, en los cuales los depósitos del aceite y del combustible estaban dispuestos en voladizo en la parte trasera, las variaciones de cantidad y, por tanto, de peso, implicaban enormes cambios en la situación del baricentro, con las consiguientes modificaciones del comportamiento en las curvas. Con una distribución correcta de las masas es posible obtener un mejor centrado del vehículo.
Influencia de la aerodinámica en la maniobrabilidad
Otro aspecto fundamental es el comportamiento aerodinámico del vehículo. Es decir, las reacciones que el conductor consigue del terreno por medio de los neumáticos y de las suspensiones, así como el efecto que estas reacciones producen sobre el baricentro al enderezar o corregir un bandazo o al recorrer una curva. El momento creado por la adherencia lateral de los neumáticos es proporcional a la distancia de las ruedas al baricentro y, por tanto, a la batalla del vehículo. La anchura de la vía también es importante, puesto que en las curvas la adherencia total de los neumáticos resulta influida por este factor.
En la maniobrabilidad de un vehículo concurren también toda clase de reglajes que influyen directamente sobre el comportamiento en carretera; las suspensiones demasiado blandas, que permiten grandes variaciones en las oscilaciones, provocan cierto retraso entre la maniobra del piloto y la reacción del vehículo. Ocurre tanto en los frenados como en las aceleraciones y al afrontar las curvas. Para que el vehículo sea manejable es fundamental una elevada rigidez de balanceo, a fin de acortar el período de transición entre la marcha en línea recta y en curva o entre curvas de sentido opuesto.
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